sábado, 12 de mayo de 2012

LA ERA DE QUETZALCOATL ( I )




Arbol de la Vida
Arbol de la Vida del Códice Borgia.
Abajo, la Tierra ,Arriba, el Cielo.
Quetzalcoatl (a la izquierda) y Xochipilli (a la derecha)
 evocan el movimiento unificador: de descenso el primero,
de ascensión el segundo.
 

"...Quetzalcoatl enseña que la grandeza humana reside en la conciencia de un orden superior... Él es, entonces, el signo que contiene la revelación del origen celeste del ser humano... Así, lejos de implicar groseras creencias politeístas, el término Teotihuacan evoca el concepto de la divinidad humana y señala que la ciudad de los dioses no era otra cosa que el sitio donde la serpiente aprendía milagrosamente a volar, es decir, donde el individuo alcanza la categoría de ser celeste, por la elevación interior.

 
Es este mismo itinerario el que sigue el alma: desciende de su morada celeste, entra en la oscuridad de la materia para elevarse de nuevo, gloriosa, en el momento de la disolución del cuerpo. El mito de Quetzalcoatl no significa otra cosa. Sus pecados y sus remordimientos corresponden a la dolorosa, pero necesaria toma de conciencia de la condición humana; su abandono de las cosas de este mundo y la hoguera fatal que construye con sus propias manos, señalan los preceptos a seguir para que la existencia no sea perdida: alcanzar la unidad eterna por el desprendimiento y el sacrificio del yo transitorio.

 
Es decir, que la creación no es considerada posible más que a través del sacrificio; sacrificio del Sol desmembrado en la humanidad, sacrificio del hombre para restaurar la unidad original del astro. El Sol es denominado ‘el rey de los que vuelven’: difícilmente podría encontrarse una comprobación más rigurosa de la hipótesis sobre la creencia nahuatl en el origen celeste del individuo.

 
El mensaje de Quetzalcoatl consiste en resolver el problema de la dualidad de la naturaleza humana. Con la parábola del rey de Tolan, enuncia los principios del desprendimiento y del renunciamiento por los cuales el hombre puede reencontrar su propia unidad. Quetzalcoatl hecha sobre él un puente para que sus discípulos puedan seguirlo. Esta acción de crear un puente nos dice, una vez más, que su misión tiene por objeto establecer una comunicación entre la tierra y el cielo, unir el hombre a Dios.

 
Estos ritos que reproducen la parábola del hombre convertido en planeta constituyen sin duda prueba del paso a niveles espirituales superiores, que deben progresivamente llevar a la unión con lo trascendente. En realidad, la existencia era concebida como una preparación para la muerte, y esta representaba el nacimiento verdadero que se alcanzaba liberándose del yo limitado y mortal.

 
Lejos de constituir un elemento inútil que no hace más que molestar al espíritu, la materia le es necesaria, porque únicamente por la acción recíproca del uno sobre la otra, la liberación es conseguida. Parecería que si la materia es salvada por el espíritu, este a su vez tiene necesidad de ella para transformarse en algo como una energía conciente sin la cual la creación dejaría de existir.

 
Esa energía indispensable a la marcha del universo no puede surgir más que del hombre, porque sólo él posee un centro susceptible de transformar el espíritu que estará destinado a perderse en la materia. Salvándose él mismo, el hombre – del que Quetzalcoatl es arquetipo – salva entonces a la creación. Por eso es el redentor por excelencia.

 
Para reconciliar el espíritu la materia de que está formado, el individuo debe sostener durante toda su vida una lucha dolorosamente conciente que lo convierte en un campo de batalla en el que se enfrentan sin piedad los dos enemigos. La victoria del uno o del otro decidirá de su vida o de su muerte; si la materia vence, su espíritu no se aniquila con él; si ocurre lo contrario, el cuerpo ‘florece’ y una nueva luz va a dar fuerza a l Sol.

 La era de Quetzalcoatl es la del advenimiento del alma, del centro unificador que es la esencia misma de todo pensamiento religioso...." 


Fragmento tomado de "Pensamiento y Religión en el México Antiguo" de Laurette Séjourné




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Laurette Séjourné (1911–2003) fue una arqueóloga y etnóloga, nacida en Italia y luego naturalizada ciudadana mexicana
Trabajó durante los años cincuenta  para el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia de México), excavando en Teotihuacan. Publicó varios libros de cosmología y religión náhuatl, incluyendo Agua hirviente: Pensamiento y Religión en el México Antiguo. El Universo de Quetzalcoatl
Su trabajo principal fue sobre la figura de Quetzalcóatl. y ella  sostuvo que Teotihuacan era la legendaria Tollan.


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