jueves, 19 de mayo de 2011

La muerte como una consejera

".¿ Como puede uno darse tanta importancia sabiendo que la muerte nos está acechando? -preguntó don Juan.
Sentí que mi respuesta no era en realidad necesaria. De cualquier modo no hubiera podido decir nada. Un nuevo estado de ánimo se había posesionado de mí
-Cuando estés impaciente -prosiguió-, lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir consejo a tu muerte. Una inmensa cantidad de mezquindad se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote.
Volvió a inclinarse y me susurró al oído que si volteaba de golpe hacia la izquierda, al ver su señal, podría ver nuevamente a mi muerte en el peñasco. Sus ojos me hicieron una señal casi imperceptible, pero no me atreví a mirar.
Le dije que le creía y que no era necesario llevar mas lejos el asunto porque me hallaba aterrado. Él soltó una de sus rugientes carcajadas.
Respondió que el asunto de nuestra muerte nunca se llevaba lo bastante lejos. Y yo argumenté que para mï no tendría sentido seguir pensando en mi muerte, ya que eso sólo produciría desazón y miedo.
-¡Eso es pura idiotez! -exclamó- La muerte es la única consejera sabia que tenemos. Cada  vez que sientas, como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale si es cierto. Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque . Tu muerte te dirá: "Todavía no te he tocado" (...)
-Sí -dijo con suavidad tras una larga pausa-. Uno de los dos aquí tiene que cambiar, y aprisa. Uno de nosotros tiene que aprender de nuevo que la muerte es el cazador, y que siempre está a la izquierda. Uno de nosotros tiene que pedir consejo a la muerte y dejar la pinche mezquindad de los hombres que viven sus vidas como si la muerte nunca los fuera a tocar "


Fragmentos del cap. 4  de "Viaje a Ixtlan" de Carlos Castaneda

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