Mural de Tepantitla. Sacerdotes portando hongospsilobíceos alrededor del dios Tlaloc |
Las Culturas Precolombinas hicieron uso de diversas sustancias alucinógenas en sus rituales y procesos terapéuticos Se conocen como :«enteógenos», (Dios en nosotros) ya que la finalidad de su empleo era el abrir una puerta de comunicación con las divinidades y el mundo de lo sobrenatural, obteniéndose estados de trance y apertura a contenidos internos y presencias no perceptibles por el estado normal de la conciencia A través de las imágenes esculpidas en la piedra , pintadas sobre cerámica, modeladas en bajorrelieves, o reflejadas en los testimonios del arte rupestre de las culturas mesoamericanas y andinas, podemos observar este proceso del viaje chamánico y del estado de trance inducido
( Es importante recordar que las plantas psicoactivas se asociaban a ciertas divinidades y poseían una voz propia que el chamán debía expresar o transmitir tras la ingesta).
En la oscuridad de algunas cuevas subterráneas, a las que se consideraba como puntos de acceso al inframundo, se desarrollaban muchas de las ceremonias chamánicas, en dónde a la ingestión de los .
psicoestimulantes y alucinógenos que potenciaban la visión interior, se sumaban tanto los efectos de un ayuno prolongado como aquellos inducidos por una música rítmica constantemente repetida y la extrema sensibilización corporal lograda a través de danzas extenuantes
El culto a los hongos sagrados se extendió desde el valle de México a toda América central, y su antigüedad se estima en al menos 3.500 años.
Existen unas 230 especies de hongos del género Psilocybe y al menos 54 se encuentran en México y fueron usados como alucinógenos por las culturas precolombinas mesoamericanas.
Los principales hongos enteógenos pertenecen a los géneros Psilocybe, Panaeolus y Stropharia. Entre ellos destacan P. semilanceata, P. mexicana, P. aztecorum, P. cubensis y P. caerulescens. Son hongos pequeños, cuyo principio activo presente es una indol-alquilamina, la 0-fosforil-4 hidroxi-N dimetiltriptamina o psilocibina que, una vez ingerida, es sometida a un proceso de defosforilación. Así se transforma en psilocina (4-hidroxi-N dimetiltriptamina), que tiene una potencia alucinógena mayor. La psilocibina se absorbe tanto del hongo fresco sin hervir como del hongo seco y en polvo.
Los mayas consumían Okox (Psilocybe cubensis) y los aztecas los llamaron Teonanacatl. (carne de Dios) También los consumieron los indios huastecas, totonacas, mazatecas y mixtecas. En Teotenango existía la costumbre de moler los hongos con agua sobre las maquetas de piedra de los templos que se iban a construir y sobre las rocas con petroglifos.
Existen evidencias de su uso en México, Guatemala, Honduras y El Salvador, donde se han encontrado las llamadas «piedras fúngicas» o setas de piedra, que representan a hongos alucinógenos.
En Kaminaljuyú, Guatemala, se encontraron nueve piedras fúngicas cuyos tallos muestran figuras antropomorfas
La escultura de Xochipilli, el dios azteca de las flores, encontrada en las faldas del volcán Popocatepetl, muestra plantas medicinales y alucinógenas, entre ellas Psilocybe aztecorum, cuyo hábitat se limita a esa región. Otras plantas psicoactivas que aparecen labradas en esa escultura son Nicotiana tabacum, Heimia salicifolia (sinicuchi), Turbina corymbosa (ololiuhqui) y Psylocibe spp.
El mural de Tepantitla de Teotihuacán, datado en el 500,es también muy ilustrativo pues muestra al dios tolteca de la lluvia Tlaloc y, bajo sus gotas de agua, surgen figuras sacerdotales con hongos alucinógenos
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