No podía ser de otra manera, cuando el hombre -allá en el origen de los tiempos- buscó perdurar una presencia salvadora en ese mundo de frías cavernas y terrores nocturnos ,modeló a la luz de las fogatas una imagen: la "Diosa - Madre"; esa figura de caderas desbordantes, abdomen inmenso y senos gigantescos.
Solo enormes senos y abdómenes parecen importar en las imágenes más antiguas a través de las cuales los seres humanos dieron forma al símbolo de una vida eterna y omnipresente
Representada a través de pequeñas figuras en piedra, arcillas, huesos o marfil; su presencia se extiende por toda Europa, Asia, África, Australia,
Su origen se encuentra en el pasado prehistórico a mas de 30.000 años y se relaciona con la idea de la creación y regeneración de la vida,
Era la mujer, era la hembra; la gran madre que traía la vida al mundo desde sus entrañas y cuidaba su crecimiento
La supervivencia de la tribu dependía de ella.
Hasta hoy nos han llegado historias de tribus actuales, como los aborígenes australianos, que evocan en sus pinturas a su “madre de la tribu” que llegó al norte de su continente con forma de serpiente y parió a sus antepasados.
En las pictografías de las paredes de las cavernas va a aparecer representada simbolicamenete por medio de vulvas o triángulos púbicos, su rasgo mas definitorio, la puerta hacia la vida
La Gran Madre representa el misterio y el milagro de la vida frente a la muerte; pero también fue la Madre Tierra que cobijaba a sus hijos en su seno y les daba reposo
Sibylle von Reden afirmaba :
“En la fase más antigua, en la que todavía no se reconocía una relación entre el hecho de engendrar y el de dar a luz, la mujer, la engendradora, aparecía como la fuerza creadora todopoderosa, que dominaba sobre el hombre y el animal, sobre la vida y la muerte. Como Gran Madre encarnaba el deseo humano de fertilidad así como la esperanza de superación de la muerte, a la que el hombre de la Edad de Piedra, que pocas veces alcanzaba una edad superior a los 25 ó 30 años, se enfrentaba mucho más directamente que el hombre de hoy. Su signo mágico, la vulva, la puerta hacia la vida, se grababa en la roca en los lugares de culto o se esculpía en relieve desde los más antiguos tiempos auriñacienses. En forma de cauríes acompañaba a los difuntos a la tumba, como amuleto, quizá para asegurarles la resurrección”.
referencias : http://perso.wanadoo.es/s915083000/creencias/creencias4.htm
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