sábado, 9 de marzo de 2013

UNA LEYENDA TEHUELCHE





Hubo un tiempo, decian  los tehuelches, en que la Patagónia era solo un infinito mundo de  hielo y nieve. Pero entonces, por primera vez, un cisne blanco la cruzó volando sobre ella
El cisne venía de muy lejos, de más allá del mar, su origen era la isla divina donde Kóoch, el dios primigenio,  había creado la vida y donde había nacido Elal, hijo del gigante Nosjthej, quien revelaría luego a los hombres el secreto del fuego
Elal viajaba en el lomo del cisne y este  lo depositó amorosamente sobre la cumbre del cerro Chaltén (ahora Fitz Roy, en la zona cordillerana de Santa Cruz, Argentina).
Pero también - continuaban  su relato los abuelos tehuelches- , volaban siguiendo al cisne todas las diferentes especies de pájaros; y no sólo ellos, sino que debajo de ellos , siguiéndolos por el agua los acompañaban todos los peces. Los animales terrestres no se quedaron atrás en esa larga peregrinación
detrás del cisne y cruzaron el océano encaramándose unos sobre otros
Así la nueva tierra se pobló de guanacos,  liebres y  zorros. Patos y  flamencos ocuparon las lagunas,  y los chingolos, cóndores y chorlos volaron  por el aire de modo que daba placer mirarlos .

Gracias a ellos  Elal no estuvo solo en el Chaltén; los pájaros le trajeron alimentos y lo cobijaron entre sus suaves plumas . Tres dias y  tres noches permaneció Elal en la cumbre, contemplando ese  desierto helado que él transformaría para siempre.
Luego  comenzó a descender  por la ladera de la montaña y entonces le salieron al encuentro, furiosos,  Kókeshke (el frío) y Shie, ( la nieve). Los dos hermanos que hasta entonces dominaban la Patagónia. Ellos lo atacaron  ayudados por el hielo y por Máip, el viento asesino.
Pero Elal expulsó  a todos golpeando entre sí dos piedras que tomó del suelo , y ese fue el fuego, su primer invento

Las tradiciones de los ancestros cuentan también que Elal siempre fue sabio, y que desde muy chiquito supo cazar animales con  arcos y  flechas que él mismo había inventado.
Cuentan asimismo que ahuyentó al mar con sus flechazos a fin de  agrandar la tierra, y que creó las estaciones, y amansó las fieras y ordenó la vida.
Y que por fin un día, cuando  termino de ordenar el nuevo mundo creo a los tehuelches, a los que llamo Chónek. Para ello lanzo 3 gritos y dio 3 golpes con el pie antes de crearlos; y modeló estatuillas de barro  y le dio forma a dos muñecos: uno parecía un varón y otro una mujer. Hasta que logro darles sangre y corazón, al fin estaban con vida, crecieron, tuvieron hijos y se multiplicaron.


A ellos, los Chónek, les confió los secretos de la caza; les enseñó a diferenciar las huellas de los animales, a seguirles el rastro y a ponerles el señuelo; a fabricar las armas y a encender el fuego. También a fabricar abrigados quillangos, a preparar el cuero para los toldos, hasta dejarlo liso e impermeable... y tantas, tantas otras cosas que tan solo él sabía.
Cuentan que hasta la luna y el sol están donde están por obra de Elal, que los echó de la tierra porque no querían darle a su hija por esposa. Que el mar crece con la luna nueva porque la muchacha, abandonada por el héroe en el océano, quiere acercarse al cielo, desde donde su madre la llama. (También dicen que si no fuera porque una vez, hace muchísimo tiempo, cuando hombres y animales eran la misma cosa, Elal, castigó a una pareja de lobos de mar, no existirían el deseo ni la muerte.)

Finalmente Elal, el sabio, protector de los Tehuelches, dio por terminados sus trabajos.
Dicen que un día poco antes del amanecer, reunió a los chónek para despedirse de ellos y darles las últimas instrucciones. Les anunció que se iba, pidió que transmitieran sus enseñanzas a sus hijos, y éstos a los suyos, y aquellos a los propios, para que nunca murieran los secretos de los Tehuelches.

Y cuando el sol asomaba en el horizonte Elal llamó al cisne, su viejo compañero. Se subió a su lomo y le indicó la dirección del Este . Entonces el cisne  levantó vuelo por encima del mar.
Elal, acariciando su cuello, le pidió que le avisara cuando estuviera cansado. Entonces cuando el cisne se quejaba, Elal disparaba  una flecha hacia abajo y con cada flechazo surgía en el agua una isla donde se posaban a  descansar.

Dicen que varias islas se distinguen todavía desde la costa patagónica y que en alguna de ella muy lejos, donde ningún hombre vivo puede llegar, vive Elal. Sentado frente a hogueras que nunca se extinguen, escucha las historias que le cuentan los tehuelches que resucitados llegan cada tanto para quedarse con él, guiados por el magnánimo Wendéunk (espíritu tutelar que lleva la cuenta de las acciones de los tehuelches y los conduce, después de muertos, al encuentro de Elal).  



 http://www.agenciaelvigia.com.ar/los_inventos_de_elal.htm
 
http://www.santacruz.gov.ar/index.php?opcion=tehuelches






1 comentario:

  1. Poética descripción,dulce y pueril,sería interesante buscar vínculos con el relato de la creación de otras culturas artemio

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