miércoles, 23 de enero de 2013

LOS LIBROS SAGRADOS MAYAS






Entre los pueblos precolombinos  mesoamericanos se consideraban sagrados a los textos escritos; siendo  los sacerdotes los únicos que manejaban la palabra escrita. Eran ellos, entonces, los encargados de su elaboración y lectura pública.
Todo el saber  de la comunidad, su cosmogonía, la historia de los antepasados, las reglas de  conducta a seguir, las prescripciones de los dioses;  todo esto  estaba contenido en esos textos que leían  los sacerdotes  en las ceremonias religiosas como un  modo de transmitir a toda la comunidad la conciencia del derecho de su linaje y del sentido trascendente de su existencia

La escritura de los pueblos mayas, compleja y maravillosamente desarrollada, se expresó tanto en los textos labrados en piedra, o modelados en estuco, como en los  pintados en murales y en la cerámica, y aún bordados en la vestimenta; y por sobre todo, pintados en los códices; esos libros escritos sobre papel de amate de los cuales tan pocos  han quedado luego del terrible Auto de Fé de Maní donde fueron quemados en grandes cantidades por ser considerados por los conquistadores españoles como obra del diablo

Fue así como a partir de la conquista española se perdió el conocimiento de la escritura maya.
Pero entonces algunos mayas nobles, que habían recibido educación de los frailes españoles y habían aprendido el alfabeto latino, se propusieron preservar las  tradiciones,  historia y creencias religiosas de su pueblo , escribiendo libros en sus propias lenguas, pero con la nueva forma de escritura traída por los conquistadores. Así  durante el siglo XVI surgen libros indígenas en las comunidades tanto de Guatemala, como de Chiapas, Yucatán y Tabasco.

Algunos de ellos se convirtieron en los nuevos libros sagrados de la comunidad maya; libros surgidos de la  necesidad de conservar la herencia espiritual de sus antepasados, su religión y sus costumbres, que habían sido invalidadas por los españoles.
Estos nuevos libros sagrados, sustituyen en cierto modo  a los antiguos códices, ya que en ellos se reprodujeron nuevamente los mitos de los dioses,  la historia de los antepasados; y  la tradición oral heredada de padres a hijos, así como la explicación que los antiguos sacerdotes daban de los códices

Estos nuevos libros al igual que los anteriores códices  fueron destinados a ser leídos en ceremonias de la comunidad indígena, en las cuales también se llevaban a cabo rituales de  ofrendas, sacrificios, cantos y bailes de tradición prehispánica.
Estos actos, que buscaban la conservación de la herencia espiritual indígena, eran secretos, y los que participaban en ellos eran a menudo  perseguidos y muertos por los españoles,  Por ello, los libros eran celosamente guardados por alguna familia principal del poblado y se heredaban de padres a hijos.

Así, su existencia se desconoció hasta el siglo XVIII, cuando  se empezaron a encontrar los que conocemos en la actualidad . De ellos  los más importantes son el Popol Vuh de los quichés, el Memorial de Sololá de los cakchiqueles y los Libros de Chilam Balam de los mayas yucatecos.


El Popol Vuh, escrito en el siglo XVI, fue descubierto en posesión de los indígenas del pueblo de Santo Tomás Chuilá, hoy Chichicastenango, Guatemala, por el padre fray Francisco Ximénez a principios del siglo XVIII. Ximénez lo tradujo y lo incluyó en su obra histórica, pero también transcribió el texto en la lengua indígena.
Este manuscrito permaneció olvidado en el archivo del convento de Santo Domingo, hasta que en 1854 fue encontrado por el doctor Carl Scherzer, quien lo publicó en Viena en 1857. Actualmente se encuentra en la biblioteca Newberry de Chicago.

El Memorial de Sololá o Anales de los cakchiqueles fue también escrito en el siglo XVI y conservado en el pueblo de Sololá, junto al lago Atitlán en Guatemala, hasta que llegó a las manos del padre fray Francisco Vázquez a fines del siglo XVIII; Vázquez también escribió una historia utilizando el libro indígena, que quedó en los archivos religiosos.
Posteriormente, fue traducido al francés por el abate Charles Etienne Brasseur de Bourbourg en 1855. Juan Gavarrete, estudioso de documentos históricos de los archivos civiles y eclesiásticos, lo tradujo al castellano y lo editó en 1873.
Así, fue en el siglo XIX cuando estos importantes textos indígenas del siglo XVI fueron dados a conocer.

Chilam Balam es el nombre con el que se conocieron los libros sagrados de los mayas yucatecos, . La palabra Chilam significa "el que es boca", o sea, el que profetiza; Balam significa "jaguar" o "brujo", y es un nombre de familia; así Chilam Balam fue un taumaturgo concreto, un sacerdote del pueblo de Maní que parece haber vivido poco antes de la Conquista y que tenía gran reputación como profeta. Al lado de otros sacerdotes, llamados Napuctun, Ah Kauil Chel, Nahau Pech y Natzin Yubun Chan, predijo la llegada de una nueva religión, por lo que después de la Conquista su profecía se interpretó como un aviso de la llegada de los españoles y del cristianismo.
Estas profecías están incluidas en los libros sagrados, de donde derivó el llamarles Chilam Balam. Cada poblado escribió su propio libro, por lo que hay Chilam Balames de Maní, Tizimín, Chumayel, Kaua, Ixil, Tekax, Nah, Tusik, y se tienen referencias de Chilames de Teabo, Peto, Nabulá, Tihosuco, Tixcocob, Telchac, Hocabá y Oxkutzcab.
Los chilames, entonces,  eran los sacerdotes profetas que interpretaban los libros antiguos para elaborar las profecías, en las que daban al pueblo el conocimiento de lo que acontecería, ya que al pensar que el tiempo tiene un ritmo cíclico, los acontecimientos se repiten. Se les consideraba como intérpretes de los mensajes de los dioses

Los Libros de Chilam Balam fueron escritos en papel europeo, en forma de cuadernos, a veces con tapas de vaqueta. Por lo general son recopilaciones de textos diversos redactados en diferentes épocas, a partir del siglo XVI. Hay escritos míticos (unos mayas y otros cristianos), históricos (principalmente acerca de la trayectoria de los Xiúes y los Itzaes), proféticos, rituales, médicos, astronómicos y cronológicos (tablas de la serie de katunes, con su equivalente cristiano, explicaciones del calendario indígena y de los eclipses; además hay otros textos astronómicos donde se revelan las ideas europeas del siglo XVI); textos literarios y otros diversos no clasificados. así como relatos de hechos posteriores a la conquista española

Algunos antropólogos aseguran que los textos religiosos e históricos propiamente indígenas fueron copiados de antiguos códices, lo cual es bastante verosímil, ya que la cantidad de datos, nombres y fechas exactas, no pudieron haberse guardado únicamente en la memoria. La historia de los Itzaes, por ejemplo, arranca de un katún 8 Ahau correspondiente a 415-435 d. C. Eso mismo ocurre en los libros de Guatemala: el Popol Vuh asegura que existía un libro original del cual se ha tomado la narración del origen del mundo.
Los libros eran guardados, como dijimos,  por alguna familia principal del pueblo, y cuando se deterioraban eran copiados, lo que dio por resultado errores de transcripción y el que se añadieran palabras y frases. Asimismo, se fueron integrando textos nuevos, según el criterio de los depositarios. Las versiones conocidas, por consiguiente, no son las originales del siglo XIV, sino copias de copias realizadas en la última parte del siglo XVII y en el siglo XVIII.

El Chilam Balam de Chumayel procede de Chumayel, distrito de Tekax, Yucatán. Se supone que el compilador fue un indígena llamado Juan José Hoil, de Yucatán, ya que su nombre aparece en la página 81 del manuscrito, al lado de la fecha 20 de enero de 1782, pero es claro que posteriormente participaron otras personas que interpolaron diversos textos. Luego el libro pasó a la posesión de algún sacerdote o de su secretario, llamado Justo Balam, quien inscribió dos registros bautismales en una de las páginas en blanco que el libro tenía, en 1832 y 1833. En 1838 pasó a manos de Pedro de Alcántara Briceño, de San Antonio, quien hizo un registro sobre la misma página, expresando que había comprado el libro en historias que resultarían muy largas de contar "en su pobreza", por el precio de un peso. Y así el libro de Chumayel fue pasando por innumerables manos en historias que  también resultarían muy largas de contar (incluso fue robado hacia  1918 y reapareció a la venta en EE.UU) sufriendo ampliaciones e interpolaciones diversas

Cabe consignar que el contenido de este Chilam Balam de Chumayel, es en general marcadamente religioso,  destacandose algunos  fragmentos relativos al mito cosmogónico pero sin aparente conexión entre ellos; tal vez se refieren a las distintas catástrofes cósmicas, que encontramos en los mitos de otros grupos, como los quichés y los nahuas. Otros son textos rituales, profecías de los katunes, fórmulas simbólicas de iniciación religiosa, como el "Lenguaje de Zuyúa"; textos calendáricos y astronómicos, e históricos sobre los principales grupos de Yucatán y sobre la Conquista española. La obra termina con las famosas profecías acerca de la llegada de una nueva religión, atribuidas a Chilam Balam y otros taumaturgos.

No resultan textos fáciles de leer ya que los escritos míticos y proféticos están redactados en un lenguaje arcaico, altamente simbólico , empleándose metafóricamente objetos, colores y seres naturales para expresar las ideas; además, abunda el uso de fórmulas sintéticas, por lo que los textos tienen un carácter esotérico o secreto que busca ocultar a los profanos su verdadera significación.
Como en muchos libros sagrados, hay repetición de un mismo pensamiento en diferentes términos, redundancias y enumeraciones, que dan a los textos un ritmo propio para ser recitado o cantado.


Las narraciones de la Conquista española destacan por su dramatismo, lo que nos corrobora que los libros se escribieron con una actitud defensiva y con el afán de afirmar las antiguas creencias y "desterrar el cristianismo", ( como los españoles pretendían "desterrar la idolatría".)
 Vemos en estos textos  dolorosos lamentos por la llegada de los españoles, indignación y desprecio ante su actitud rapaz y ante su lujuria.  Estos temas revelan así, las preocupaciones centrales de los mayas de Chumayel, las  que quisieron expresar por escrito para que no fueran olvidadas por sus descendientes.

El texto que abajo reproducimos; un fragmento de este Chilam Balam de Chumayel ;titulado "Lamentaciones en un Katún 11 Ahau 25" se nos aparece como de una dolorosa belleza, dónde el alma del conquistado describe los dolores de su conquista; dolores que han compartido  muchos pueblos;  no solo de América sino tambien de Africa y Oriente;  victímas  alguna vez de la rapiña del colonialismo


II Lamentaciones en un Katún 11 Ahau 25

 
"...Se comerán árboles, se comerán piedras, se perderá todo sustento dentro del Once Ahau Katún.
En el Once Ahau se comienza la cuenta, porque en este Katún se estaba cuando llegaron los Dzules, (hombres blancos) los que venían del Oriente.

Entonces empezó el cristianismo también. Por el Oriente acaba su curso. Ichcaansihó es el asiento del Katún.
Esta es la memoria de las cosas que sucedieron y que hicieron.

Ya todo pasó. Ellos hablan con sus propias palabras y así acaso no todo se entienda en su significado; pero rectamente, tal como pasó todo, así está escrito. Ya será otra vez explicado todo muy bien.
Y tal vez no será malo. No es malo todo cuanto está escrito. No hay escrito mucho sobre sus traiciones y sus alianzas.
Así el pueblo de los divinos Itzaes, así los de la gran Itzmal, los de la gran Aké, los de la gran Uxmal, así los de la gran Ichcaansihó. Así los nombrados Couoh también.
Ciertamente muchos eran sus «Verdaderos Hombres». Nopara vender traiciones gustaban de unirse unos con otros: pero no está a la vista todo lo que hay dentro de esto, ni cuánto ha de ser explicado. Los que lo saben vienen del gran linaje de nosotros, los hombres mayas.

Esos sabrán el significado de lo que hay aquí cuando lo lean. Y entonces lo verán y entonces lo explicarán y entonces serán claros los oscuros signos del Katún. Porque ellos son los sacerdotes.
 Los sacerdotes se acabaron, pero no se acabó su nombre, antiguo como ellos.
Solamente por el tiempo loco, por los locos sacerdotes, fue que entró a nosotros la tristeza, que entró a nosotros el «Cristianismo ». Porque los «muy cristianos» llegaron aquí con el "verdadero
Dios"; pero ese fue el principio de la miseria nuestra, el principio del tributo, el principio de la «limosna», la causa de que saliera la discordia oculta, el principio de las peleas con armas de
fuego, el principio de los atropellos, el principio de los despojos de todo, el principio de la esclavitud por las deudas, el principio de las deudas pegadas a las espaldas, el principio de la continua
reyerta, el principio del padecimiento.

 Fue el principio de la obra de los españoles y de los «padres», el principio de los caciques, los
maestros de escuela y los fiscales.
¡Que porque eran niños pequeños los muchachos de los pueblos, y mientras, se les martirizaba! ¡Infelices los pobrecitos!
Los pobrecitos no protestaban contra el que a su sabor los esclavizaba, el Anticristo sobre la tierra, puma de los pueblos, gato montés de los pueblos, chupador del pobre indio.

Pero llegará el día en que lleguen hasta Dios las lágrimas de sus ojos y baje la justicia de Dios de un golpe sobre el mundo.
¡Verdaderamente es la voluntad de Dios que regresen Ah-Kantenal e Ix-Pucyolá, para arrojarlos de la superficie de la tierra! "






fuentes:
http://www.oralidadmaya.info/chilambchumayel.pdf
http://pueblosoriginarios.com/textos/chilam/prologo.html




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