viernes, 17 de enero de 2014

DOCTRINAS MESOAMERICANAS DEL TIEMPO (América Indígena)



Texto  tomado de "América Indígena" http://americaindigena.com/snodgr.htm



Publicamos por su interés este texto de Adrian Snodgrass, arquitecto y profesor de la Universidad de Sidney, Australia, perteneciente al apartado "Mesoamerican Architecture" de su obra en dos volúmenes Architecture, Time and Eternity, Aditya Prakashan, New Delhi 1990.
En algún caso no coincide el año de publicación citado en nota con el que aparece en la bibliografía, lo cual sucede en la ed. india del original.

DOCTRINAS MESOAMERICANAS DEL TIEMPO
ADRIAN SNODGRASS
Los aztecas tenían dos calendarios.1 Uno, basado en el año solar,2estaba dividido en 18 períodos de 20 días, que totalizaban 360 días, con un resto de 5 días no computados y sin nombre, a los que llamaban nemontemi, que se traduce libremente como "ellos contemplan provechosamente la cuenta del año"3. Los 20 días son las huellas de los dioses, representaciones simbólicas de la peregrinación espiritual del hombre, 20 pasos subiendo y bajando una escalera, a partir de su vida en el seno materno en el primer día y del nacimiento en el segundo día, a través de los estados de la vida que conducen hacia la muerte en el sexto día. En el día séptimo el peregrino vence a la muerte, y entonces debe descender en el averno, del que empieza a ascender el día duodécimo, subiendo peldaño tras peldaño y día tras día hasta unificarse con la divinidad en el día vigésimo y final.4De manera que el número 20 es de conclusión y realización o sea, de plenitud, y adecuado para organizar la estructura interior del año, puesto que éste es la conclusión del ciclo del sol. Cada período de 20 días formaba un ciclo ritual que en el día vigésimo culminaba en un festival. Cuatro años de este calendario solar se combinaban para constituir un año divino, cuyo término era celebrado con minuciosos rituales dedicados a Quetzalcóatl.5 El segundo de los dos calendarios tenía como base el año sagrado (tonalpohualli), que incluía el número de la conclusión, el 20, y el número 13, para totalizar un año de 20 x 13 = 260.6El 13 es un número sagrado y su uso conciliaba simbolismos cosmológicos y temporales: el cosmos azteca cuenta 12 cielos uno encima del otro, los cuales, junto con el nivel de la tierra, forman 13 niveles que conducen hasta la cima celeste y la morada del Dios del Cielo.7El ciclo formado por 20 x 13 = 260 días se reflejaba en un ciclo mayor formado por períodos de 20 años determinados por la conjunción de Júpiter y Saturno. Un ciclo mayor, de 260 años, era el constituido por trece de estos ciclos de Júpiter-Saturno, de 20 años, cada uno con un carácter específico determinado por la serie de ángulos formados por los dos planetas.8 Tonalpohualli significa "cómputo de días-signos" y el año sagrado de 260 días resultaba de la rotación de los números 1 a 13 en un conjunto de 20 días-signos, repitiéndose ambos conjuntos en un orden determinado e inmutable. Los dos ciclos se engranan como si fueran dos ruedas dentadas, una de 13 dientes y la otra de 20 dientes, que giran formando diferentes combinaciones de números y días-signos, con una combinación que se repite cada 13 x 20 = 260 días (Figura nº 1). Se consideraba que cada día aislado, correspondiente al ciclo de 260 días, era un dios individual, de augurio bueno o malo, auspicioso o poco propicio.9El día de nacimiento de una persona era su día-signo (tonalli), que determinaba muy minuciosamente su destino. El año sagrado era una "danza de los dioses, una 'contradanza' cuyas incesantes uniones y separaciones producían toda clase de significados y combinaciones de significados posibles."10

Figura 1
La vinculación entre los períodos de 20 y 13 días
que totalizan el año de 260 días.
Los conjuntos de 13 números y 20 días-signos se combinan para totalizar el año sagrado de 260 días. A su vez, este ciclo se combina con el ciclo de 365 días del año solar para totalizar una unidad temporal de 52 años llamada "el nudo, o el haz, de años" (xuihmolpilli), simbolizado con un nudo (Figura nº 2); esto indicaba que el año de 52 años había sido atado,11 en referencia a la costumbre de marcar el paso de cada año separando una vara hasta juntar 52 y formar con ellas un haz, sepultándolas ritualmente.

Figura 2
El glifo azteca "nudo",
que significa el período de 52 años.
El número 52 se obtiene fusionando los años solares y sagrados, cuyos primeros días coincidentes se vuelven a unir después de transcurridos 52 años naturales. El final del ciclo de 52 años marcaba también la coincidencia de varios otros ciclos temporales, el más importante de los cuales era el tránsito de medianoche de la constelación de las Pléyades atravesando el cenit.12El fin del ciclo de 52 años y el comienzo del siguiente marcaba el más importante de los festivales aztecas, el de la Unión (o Aglutinación) de los Años. El final del ciclo era un tiempo de pavor, en el que era posible que el final del ciclo fuera el fin del cosmos. El paso de las Pléyades por el cenit a medianoche señalaba que el mundo continuaría durante otros 52 años. Tan pronto las Pléyades atravesaban el cenit, los sacerdotes arrancaban el corazón a un cautivo destinado al sacrificio y lo ofrendaban al Dios del Fuego. Ponían un brasero sagrado en la cavidad del cuerpo de la víctima y el sacerdote oficiante encendía fuego en él haciendo girar rápidamente una vara encendida que tenía en las manos.13El fuego así encendido se usaba para dar pábulo a una gran fogata, señalando a las multitudes que habían abandonado la ciudad y aguardaban en las colinas de los alrededores que el mundo continuaría durante otro ciclo. El cadáver del sacrificio era arrojado al fuego, rememorando el sacrificio del dios Nanahuátl, quien se arrojó al fuego para que el sol pudiera nacer de sus cenizas.14El fuego se repartía desde el templo central a todos los otros templos y viviendas.15El nuevo ciclo de años empieza cuando las Pléyades atraviesan el cenit. El momento de ese tránsito es simbólicamente el Presente exacto a partir del cual se desenvuelven los ciclos del tiempo. A las Pléyades se las identificaba mítica y simbólicamente como el centro supremo de los cielos. Ellas eran las prístinas progenitoras del cielo nocturno y de todas las estrellas, y el origen del ciclo agrícola.16Eran el equivalente celestial del hogar situado en el centro de la casa,17señalando el eje del mundo que unía el plano terrestre con el punto cenital de la bóveda celeste. La constelación de las Pléyades se identifica con Xiuhteuctli,18 el Anciano Dios del Fuego, el Señor del Hogar, el Señor del Tiempo y el Señor del Año Solar,19el dios que mora en el centro del universo, en el centro de los ejes cardinales. Es el Padre Anciano, a quien se lo representa demacrado, con barba, profundas arrugas y encorvado por la edad. Es el más viejo de los dioses,20 y también el padre y la madre de ellos, el dios a quien siempre se tributó el primer sacrificio.21Es el dios de las renovaciones y los comienzos: el hecho de reencender el fuego cada día, al amanecer, en el hogar doméstico vuelve a hacer patente su perenne renovación temporal. Fue el único de los dioses a quien los cuatro grandes cataclismos del pasado no destruyeron y por eso le llaman Señor de los Cuatro Tiempos.22 Xiuhteuctli, identificado con las Pléyades del cenit, es el centro del espacio y del tiempo. Se divide en cuatro avataras, cuyos colores son azul, amarillo, blanco y rojo, y que gobiernan las cuatro direcciones.23El eje de Xiuhteuctli recorre el centro de todo el universo desde el hogar situado en el centro del país de los muertos y atraviesa los fuegos en las viviendas de los hombres en la tierra hasta llegar al cenit celeste.24Habitaba en el hogar de todas y cada una de las cosas.25Su hogar estaba en el centro de este mundo y también en el centro de cada uno de los trece cielos que están encima de él, y además en el centro de los nueve avernos que están debajo.26Como Señor del Fuego Central, es el dios central entre los Nueve Señores de la Noche, quienes gobiernan sucesivamente las noches.27Los nueve Señores forman una serie de direcciones: Xiuhteuctli, quien comienza el ciclo, ocupa el centro, y dos dioses se hallan en cada una de las cuatro direcciones alrededor de él.Cada nuevo ciclo de nueve noches comienza con una dedicación a Xiuhteuctli, la cual representaba un regreso al centro antes de desplegarse el ciclo siguiente. Los ciclos del año de 360 días y del año de 260 días se combinan aun con otro ciclo, el de Venus, que dura 384 días. Este ciclo empieza con la salida helíaca de Venus, en el Este, como la Estrella Matutina. La Estrella Matutina sale durante unos 240 días, elevándose cada mañana más temprano y menguando su brillo a medida que se aleja cada vez más del sol. Si bien desaparece frente al sol durante unos 90 días, vuelve a aparecer como Estrella Vespertina durante otro lapso de unos 240 días, aumentando constantemente su brillo, y luego desaparece una vez más en el sol durante unos 14 días, cuando reaparece, elevándose helíacamente y comenzando el ciclo siguiente. El ciclo completo consiste en dos prolongados períodos: en el primero, la Estrella aparece sobre el sol matutino en el Este, y en el segundo aparece en el crepúsculo vespertino en el Oeste. Estos dos períodos de aparición están separados por períodos de invisibilidad.28A diferencia de los demás planetas, Venus no parece moverse independientemente por la bóveda celeste sino que se desplaza como si el sol lo atara con una invisible cuerda elástica. Su relación solar concuerda con el mito que lo identifica con el dios que resucita de las cenizas del sol. El ciclo de Venus se combina con otros ciclos en intervalos periódicos. Después de cinco años de Venus, su ciclo coincide con el ciclo solar, puesto que 5 x 584 es igual a 8 x 365 = 2.290 días. O sea, que 5 años sinódicos de Venus equivalen a 8 años solares.29 El mismo día-signo y el mismo número sólo ocurren nuevamente cada 65 ciclos de Venus, o sea, 65 x 584 = 37.960 días, la cantidad de días de 104 años solares, lo cual equivale a dos "atados" (o haces) de 52 años. El ciclo solar de 365 días, el ciclo sagrado de 260 días y el ciclo de Venus coinciden después de haber transcurrido dos "siglos" de 52 años.30 Las desapariciones y reapariciones de Venus son las analogías estelares del mito de Quetzalcóatl-Kukulcan. El planeta Venus es Quetzalcóatl, "La Serpiente-quetzal" o "La Serpiente Emplumada", denominación cuyo significado puede también interpretarse como "los gemelos preciosos", con referencia a las dos apariciones del planeta que semejan estrellas gemelas. La Estrella Matutina es Quetzal, "La Preciosa".31Una versión del mito de Quetzalcóatl cuenta cómo él se arrojó a una pira funeraria compungido por haber roto con su estado de castidad estando ebrio. Su corazón se elevó desde las cenizas, remontándose hacia el cielo hasta convertirse en la Estrella Matutina.32 Otra versión cuenta que, después de morir y antes de resucitar y ascender a su trono en el cielo, en el que reina como el planeta Venus, Quetzalcóatl permaneció invisible durante varios días mientras vagó por el averno.33 Venus, la Estrella Matutina que nace en el Este y después desaparece antes de reaparecer en el oeste como la Estrella Vespertina, cruza el universo tal como lo hace una nave por el agua. El paso a través del cosmos significa el paso de la muerte hacia el renacimiento. La salida helíaca de la Estrella Matutina en el Este es de mal augurio. Por ello, cuando Quetzalcóatl reaparece después de estar en el averno, arroja al cielo sus lanzas y sus rayos luminosos. Si atraviesa con sus lanzas a un dios, los dones que éste confiera se perderán por ese año; si atraviesa con ellas a la Diosa de las Aguas, habrá sequía; y si hiende al Dios de los Laberintos, entonces fracasarán las cosechas. Cada víctima significa algún aspecto de la vida diaria.34Esto se halla ilustrado en la Tabla de Venus del Códex de Dresden, en cuyas páginas hay imágenes en las que Venus desaparece antes de su salida helíaca y en las que Quetzalcóatl atraviesa víctimas con las lanzas de sus rayos luminosos en el cielo del amanecer, y que tal como se lo presenta son de mal augurio.35 Traducción: Héctor V. Morel


NOTAS
1 En lo que se refiere al calendario azteca y sus conceptos sobre el tiempo, ver Brundage, 1979, 13 y siguientes; Burland y Forman, 1975, 32-35; Campbell, 1974, 150; Ingham, 1971, 623-624; Soustelle, sin fecha, 100-103; Burland, 1967, 81-86; Vaillant, 1962, 154-164; Nicholson, 1967, 43-53; Berthelot, 1937, 582-587; Morley, 1946, 230-237, 256-260; Hunt, 1977, 184 y siguientes; Gibbs, 1977; Coe, sin fecha, 170 y siguientes; Broda, 1982, 83 y siguientes; Aveni, 1979c, 275 y siguientes; y Tompkins, 1976, 290.
2 La palabra náhuatl para "año", xihuitl, significa literalmente "follaje"; su significados secundarios son: "verde" y "la turquesa" (el jeroglífico azteca de "año" era el mismo que el correspondiente a "turquesa tallada"). Evidentemente, el vocablo se refiere a la rotación del año y a la primavera recurrente. Ver Brundage, 1979, 13.
3 Ibid., 14. En lo que se refiere a cómo se ajusta el año al finalizar los períodos de 4 y 52 años, ver Burland y Forman, 1975, 34.
4 Nicholson, 1967, 51-52.
5 Burland y Forman, 1975, 14. Brundage, 1979, 14-15, brinda una lista de los 18 "meses" con sus nombres y deidades correspondientes.
6 En páginas 556 y siguientes [Snodgrass: Architecture, Time and Eternity] se da una posible explicación de lo que el número 260 significa.
7 Brundage, 1979, 18.
8 Tompkins, 1976, 290.
9 Morley, 1946, 230-237, Tompkins, 1976, 289-290.
10 Brundage, 1979, 19.
11 Morley, 1946, 236.
12 Aveni, 1979b, 161. Más específicamente, el comienzo del nuevo ciclo de 52 años lo señalaba el paso de Alción por el cenit 13 días después de Aldebarán (Burland, 1967, 84). El paso de Aldebarán por el cenit (se lo llamaba la "Estrella Incendiaria") era la señal para preparar el sacrificio. Ver Burland y Forman, 1975, 34; Berthelot, 1934, (44, 3), 586; Broda, 1982, 83. Los indios chortís y lacandones todavía usan las Pléyades para marcar su año agrícola (Coe, 1975, 24).
13 Un glifo alternativo del "atado (o haz) de años" es un brasero y una vara, como aparece en la figura que se acompaña (Morley, 1946, 236).
14 Se cuenta cómo es este mito en la página 532. [Ibid.].
15 Brundage, 1979, 25-27.
16 Coe, 1975, 23-24. Lévi-Strauss, 1969, 224-245, muestra cómo las Pléyades determinan las estaciones. Para los indios navajos, el grupo de las Pléyades fue el signo del Dios del Fuego (o Dios Negro) que creó todas las estrellas.
17 Compárese el simbolismo del Hogar en Grecia y Roma, que hemos analizado en el capítulo 22 de esta obra. [Ibid.].
18 El Itzamná de los mayas.
19 Coe, 1975, 8-10. León-Portilla, 1963[?], ofrece un minucioso análisis de Xiuhteuctli como dios creador masculino-femenino.
20 Véase el Buda, quien al nacer da siete pasos hacia la cima del universo y se proclama "el más viejo del universo", lo cual equivale a decir, el origen prístino de todos los tiempos. Ver Snodgrass, 1981[?], 40, 242 y siguientes y 275 y siguientes [275 y sigs. en Snodgrass, 1992].
21 Véase Hestia o Vesta, la diosa del hogar, quien de manera parecida primaba en el sacrificio de los antiguos griegos y romanos. Ver página 244 de esta misma obra. [Ibid.].
22 Brundage, 1979, 22-25.
23 Ibidem. En cuanto a correlaciones con las cuatro direcciones, ver página 535 y siguientes de esta misma obra. [Ibid.].
24 En algunos contextos, la cima de la bóveda celeste; en otros, la Estrella Polar. Burland, 1967, 115.
25 Ibidem, 119.
26 Brundage, 1979, 6-7.
27 El ciclo de las noches se vincula con el año solar de 18 noches (=2 x 9) x 20 = 360 días. Sin embargo, no se vincula con el ciclo de 260 días.
28 Por supuesto, se trata del ciclo aparente o sinódico de Venus. La órbita de Venus alrededor del sol se completa en 225 días. Ver Aveni, 1979c, 275-276.
29 Coe, Michael D.: The Maya, London, Times and Hudson, 1966, 159.
30 Fuson, 1969, 503-504. Puesto que el ciclo real de Venus es de 583,92 años, los aztecas y los mayas omitían 4 días cada 61 años de Venus para retener la coincidencia con los otros ciclos.
31 Nicholson, 1959, 98; Burland, 1967, 149.
32 Seler, 1904, 359-360.
33 Séjourné, 1960, 54. En cuanto a otros mitos sobre Quetzalcóatl, ver Thompson, 1971[?].
34 Coe, 1975, 19-20. "En México central, Venus como la Estrella Matutina tenía muchísimo en común con Mixcóatl-Camaxtli, un dios complejo, asociado con cazadores del Norte conocidos como 'chichimecas' y, especialmente, con el sacrificio de cautivos..." (Ibid., 20; véase Nicholson, 1971, 426-427).
35 Tompkins, 1976, 80. El Códex Maya de Dresden da un registro completo de la aparición de Venus como Estrellas Matutina y Vespertina. Esto se ofrece pormenorizadamente en Aveni, 1979c, 276-278; véase Aveni, 1979b, 158-161. Venus tenía distintos nombres; por ejemplo, "Gran Estrella", "Estrella Roja", "Estrella Brillante", "Compañera de la Aurora" y "Estrella Avispa". Motolinia (citado por Nuttall, 1904, 498) dice que "después del sol, ellos adoraban y hacían más sacrificios a esta estrella que a cualquier otra criatura celestial o terrestre" y que "sabían qué día aparecería nuevamente en el Este después de perderse o desaparecer en el Oeste...; contaban los días de acuerdo con esta estrella, y la reverenciaban ofreciéndole sacrificios". Fray Bernardino de Sahagún, historiador del siglo XVI (citado en Aveni, 1979b, 158) dice que cuando esta estrella hacía su aparición en el Este, ellos (los aztecas) sacrificaban cautivos en su honor, ofrendándole sangre y lanzándola con sus dedos hacia esta estrella", y también que "llevaban un registro tan exacto de los días en que ella aparecía y desaparecía que nunca cometían un error". Ver Aveni, 1979c, 274.

BIBLIOGRAFIA CITADA
Aveni, Anthony F. (1975): Archaeoastronomy in Pre-Columbian America, Austin, University of Texas.
- (1977): Native American Astronomy, Austin, University of Texas.
- (1979b): "Astronomy in Ancient Mesoamerica", in Krupp, E.C.: In Search of Ancient Astronomies, London, Chatto and Windus, 154-185.
- (1979c): "Venus and the maya", American Scientist, 67, p.274-285.
- and Gary Urton (eds.) (1982): Ethno-astronomy and Archaeo-astronomy in the American Tropics, Annals of the New York Academy of Sciences, 385.
Berthelot, R. (1937): "L'Astrobiologie et la pensée de l'Asie: Essai sur les origines des sciences et des théories morales", Revue de Métaphysique et de Morale, (44, 3) 563-601.
Broda, Johanna (1982): "Astronomy, Cosmovision and Ideology in pre-Hispanic Mesoamerica", in Aveni and Urton 1982.
Brundage, Burr C. (1979) The Fifth Sun. Aztecs Gods, Aztec World, Austin, University of Texas.
Burland, Cottie A. (1967): The Gods of Mexico, London, Spottiswoode.
Burland, Cottie A. y Werner Forman (1975): Feathered Serpent and Smoking Mirror, London, Orbis.
Campbell, Joseph (1974): The Mythic Image, Bollingen series, 100, Pricenton N.J., Princeton University Press.
Coe, Michael D. (sin fecha): Mexico, London, Times and Hudson.
- (1966): The Maya, London, Times and Hudson.
- (1975): "Native Astronomy in Mesoamerica." In Aveni, 1975, 3-31.
Fuson, Robert (1969): "The Orientation of Mayan Ceremonial Centers", Annals, Association of American Geographers, 59-511.
Gibbs, Sharon (1977): "Mesoamerican Calendrics as Evidence of Astronomical Activity". In Aveni, 1977, 21-35.
Hunt, Eva (1977): The Transformation of the Hummingbird, Ithaca and London, Cornell Univ. Press.
Ingham, John M. (1971): "Time and Space in Ancient Mexico", Man, 6, 4 (Dec) 615-629.
León-Portilla, M. (1970): Aztec Thought and Culture, 2nd. edn. Norman, Oklahoma.
- (1973): Time and Reality in the Thought of the Maya. Boston.
Lévi-Strauss, Claude (1969): The Raw and the Cooked, New York, Harper and Row.
Morley, S. G. (1946): The Ancient Maya. Revised by G.W. Brainerd, 3rd. edn. Stanford, California, Standford University Press.
Nicholson, Irene (1959): Firefly in the Night. A Study on Ancient Mexican Poetry and Symbolism, London, Faber and Faber.
- (1967): Mexican and Central American Mythology, London, Paul Hamlyn.
Nicholson, Henry B. (1971): "Religion in pre-Hispanic Central-America", in Wauchope, 1971, 395-446.
Nuttall, Zelia (1904): "The periodic Adjustments of the Ancient Mexican Calendar", American Anthropologist, n.s., 6, 486-500.
Séjourné, Laurette (1960): Burning Water. Thought and Religion in Ancient Mexico, New York, Grove Press.
Seler, Eduard (1904): Mexican and Central American Antiquities. Twenty Four Papers, Washington, Smithsonian Institution.
Snodgrass, Adrian (1985): The Symbolism of the Stûpa, Southeast Asia Program, Ithaca, New York, Cornell University. Repr. 1988. Motilal Banarsidass, Delhi 1992.
- (1988): The Matrix and Diamond World Mandalas in Shingon Buddhism. 2 vols. Satapitaka Series 354, New Delhi, Aditya Prakashan.
Soustelle, Jacques (sin fecha), La vie quotidienne des Azteques, Paris, Le Club du Meilleur Livre.
Tompkins, Peter (1976): Mysteries of the Mexican Pyramids, New York, Harper and Row.
Vaillant, George C. (1962): Aztecs of Mexico, Garden City, New York, Doubleday.
Wauchope, R. (ed.) (1964): Handbook of Middle American Indians, 15 vols. Austin, Univ. of Texas Press.

---------------------------
 
fuente: "América Indígena"



No hay comentarios:

Publicar un comentario