miércoles, 24 de julio de 2013

MOCTEZUMA Y EL MITO DEL REGRESO DE QUETZALCOATL







La Crónica Mexicana de Alvarado Tezozómoc relata la mañana  en que Moctezuma II es informado de la presencia en la costa veracruzana de seres muy diferentes a los mexicas: (Hernan Cortés y sus gentes) y se creyó que éste era el dios Quetzalcóatl.
Acerca de la creencia de la llegada de este último, Sahagún nos dice que:

"Como oyó la nueva, Moctecuhzoma despachó gente para el recibimiento de Quetzalcóatl, porque pensó que era el que venía, porque cada día le estaba esperando, y como tenía relación que Quetzalcóatl había ido por la mar hacia el oriente, y los navíos venían de hacia el oriente, por esto pensaron que era él..."


Muchos presagios funestos (ver "Los 8 presagios funestos"en este mismo blog) se habían presentado en aquellos días, y esto mantenía pensativo a Moctezuma. Por lo tanto como  tlatoani (rey)  de Tenochtitlan se apresura a enviarle a Cortés varios obsequios, tales como los atavíos de algunos dioses, entre ellos los de Quetzalcóatl.
Según fray Bernardino de Sahagún, las palabras de Moctezuma fueron:

"Mirad que me han dicho que ha llegado nuestro señor Quetzalcóatl. Id y recibidle[...] Veis aquí estas joyas que le presentéis de mi parte, que son todos los atavíos sacerdotales que a él le convienen..."

No obstante Moctezuma tratará  de alejar a Cortés y sus huestes, pero el conquistador  que ha tenido buena acogida por parte de los totonacas,  toma la determinación de conquistar Tenochtitlan.
 
 
El Códice Matritense (f. 191r) nos habla de otro retorno, el de Tloque Nahuaque, con el cual acabarían los tiempos. Dice así el texto:

"Ahora lentamente se va más allá el Señor Nuestro, Tloque Nahuaque. Y ahora también nosotros nos vamos, porque lo acompañamos a donde él va, al Señor Noche Viento, porque se va, pero habrá de volver, volverá a aparecer, vendrá a visitarnos cuando esté para terminar su camino la Tierra."

Quizá este relato explique los temores de Moctezuma ante los recién llegados.
 
En cuanto a Quetzalcóatl, vale recordar su leyenda que relata  cómo al marcharse hacia el oriente después de abandonar Tula, se incinera en las orillas del agua celeste y su corazón se convierte en el lucero del alba.
 
Moctezuma ante el anuncio de la llegada de Cortés ha tratado  por todos los medios diplomáticos de alejar a los recién llegados. Pero sus estratagemas fracasan, y así, finalmente, Cortés y sus hombres llegan al corazón del imperio y son recibidos por el tlatoani.
No sabemos si las palabras de recibimiento son parte de la retórica náhuatl o si, por el contrario, Moctezuma aún pensaba que Cortés realmente era Quetzalcóatl que regresaba, no obstante de haber visto sus  acciones y matanzas como la de Cholula. Sea como fuere, las palabras atribuidas a Moctezuma, de acuerdo con Sahagún, son las siguientes:

"¡Oh, señor nuestro! Seáis muy bien venido, habéis llegado a vuestra tierra y vuestro pueblo, y a vuestra casa México: habéis venido a sentaros en vuestro trono, y en vuestra silla, el cual yo en vuestro nombre he poseído algunos días[...]
Esto es por cierto lo que nos dejaron dicho los reyes que pasaron, que habíais de volver a reinar en estos reinos y que habíades de asentaros en vuestro trono, y en vuestra silla; ahora veo que es verdad lo que nos dejaron dicho..."

Estas palabras parecen confirmar el pensamiento de Moctezuma en relación con la sacralidad de los recién llegados. Pero todo tendría un final trágico, tanto para  el tlatoani como para su pueblo: Pocos días después, prisionero del capitán español , Moctezuma muere y su muerte es llorada por el  pueblo.
Posteriormente, primero Cuitláhuac y después Cuauhtémoc asumen el mando de Tenochitlan y los combates arrecian por doquier.
 
Cortada el agua potable que venía de Chapultepec y sin tener manera de abastecerse de alimentos, los aztecas van debilitándose, pero aun así la resistencia es impresionante.
 
Todo concluye el 13 de agosto de 1521. Cuauhtémoc es tomado prisionero y llevado frente a Cortés; ahí pide la muerte digna del guerrero con aquellas palabras que han quedado grabadas en la historia.


"Señor Malinche, ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi ciudad, y no puedo más, y pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma ese puñal que tienes en la cintura y mátame luego con él."

Cortés lo perdona, con lo cual el sufrimiento del joven tlatoani debió de ser infinito, pues no se le concedía morir sacrificado, como correspondía a un guerrero, para acompañar al Sol.


El prometido retorno de los dioses había sido funesto. Los recién llegados traían otros dioses y otra manera de pensar.
Callarían  entonces  los sacerdotes de Huitzilopochtli para dejar la palabra a los sacerdotes cristianos.
 
 

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