miércoles, 9 de septiembre de 2015

Tristán e Isolda


                                         TRISTÁN E ISOLDA ( Fragmento final)
 

 "Mar adentro, levantóse el viento, hendiendo la vela por su punto medio, y empujó la nave hasta llegar a tierra.
Isolda la Rubia desembarcó. Oíanse por las calles plañideras voces y en los monasterios y capillas tañían las campanas con lúgubre son.
Preguntó a la gente por qué tocaban a muerto las campanas y por qué iban ellos llorando por las calles.
Díjole un anciano:
—Señora, un gran dolor nos acongoja. Tristán, el franco, el valeroso, ha fallecido. Su muerte es la peor desgracia que haya podido caer sobre esta tierra.
Isolda le escucha y no puede pronunciar una sola palabra. Sube hacia el palacio. Recorre la calle con la túnica desabrochada.
Los bretones quedan maravillados al contemplarla. Jamás han visto una mujer tan bella.
—¿Quién es? ¿De dónde viene?
Cerca de Tristán, Isolda la de las Blancas Manos, enloquecida por el daño causado, lanza sobre el cadáver lastimeros gritos. Entra la otra Isolda y le dice:
—Levantaos, señora, y dejad que me acerque. Tengo más derecho que vos a llorarle, creedme: he amado más.
Volvióse hacia Oriente y rogó a Dios.
Descubrió un poco el cadáver y echóse a su lado, a lo largo del amigo. Besóle los ojos y la cara y le abrazó estrechamente...
Cuerpo contra cuerpo, boca contra boca, entregó así su alma. Murió ella junto al amigo y del dolor de su muerte.

Cuando el rey Marés supo la muerte de los enamorados, cruzó el mar y encaminóse a la Bretaña, donde hizo construir dos féretros; uno de calcedonia para Isolda, otro de pórfido para Tristán. Y llevóse en la nave los cadáveres a Tintagel.
Cerca de una capilla, a derecha e izquierda del ábside, enterróles cada uno en una tumba. Pero durante la noche, de la tumba de Tristán surgió una verde y frondosa zarza, de vigorosas ramas y fragantes flores, que trepando por encima de la capilla fue a hincarse en la tumba de Isolda. La gente del país cortó la zarza, pero nació, a la mañana siguiente, con mayor empuje y lozanía, hundiéndose de nuevo, verde y florida, en la sepultura de Isolda la Rubia. Por tres veces quisieron arrancarla y fue siempre en vano.
Contáronle al rey Marés la maravilla y el rey prohibió que en lo sucesivo fuera tocada la milagrosa planta."
 
 
(Final de la leyenda en la versión de Joseph Bédier quien tomó como base el poema de Béroul, del siglo XII)