miércoles, 14 de septiembre de 2011

FÁCIL DE ENCONTRAR







A menudo he mirado dentro de mis cajones
sin saber por qué.
Algo llamaba.
Búscame y encontrarás,
pero cuando obedezco
me confundo con las maneras huidizas del recuerdo.
Las manos se sumergen y vuelven extrañamente vacías
como un niño que huye de casa
cuando nadie vino a buscarlo.

Sé que hay algo que busco
que se esconde de mí de tal forma que no puedo saber que me falta.
Es, por el contrario, y este es el punto,
demasiado poderoso para estar callado y quieto.
Además, sé que me falta porque lo extraño.

Lo extraño.
Sea lo que “esto” sea.
Sea lo que sea que necesite, no es.
No puede nunca ser nada sino lo que es.
Y entonces busco en cajones y armarios sin saber por qué,
manejado como una máquina cuyo interruptor ha sido tirado
sólo porque puede.

Lo extraño.
Desearía que me pudiera encontrar.
Tal vez necesito quedarme en un sitio suficiente tiempo para que lo haga.
Ahora, allí hay un interruptor.
Dejemos que el “algo” poderoso me busque.
¿Pero por cuánto tiempo debo esperar?
¿Y cómo lo reconoceré si me encontrara?

Debe haber nombres
para esta condición que termina en
fobia.
Maldito sea, odio ese sufijo.
Todo comienza con una sensación de asombro
y termina en una sensación de vacío.

Dios, desearía que me encuentres aquí.
Yo mismo me meteré en un pequeño cajón
precisamente al descubierto.
No me enterraré bajo contingencias.
Estaré justo arriba.
Fácil de encontrar.
¿Me necesitas para algo?
Espero, porque yo te necesito para todo.


Poesía de la Cámara Diecinueve





imagen: pintura de Alex Grey





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