Hubo un tiempo viejo
en que los grandes árboles
henchidos de savia y de futuro
crecían a la par del hombre
y en el roce de sus hojas
contaban los secretos
que bebían de la tierra.
Eso fué antes,
cuando los hombres
aprendian el silencio
y se encontraban con la sonrisa
en el sentir de su tierra
No hay comentarios:
Publicar un comentario